lunes, 29 de septiembre de 2014

Poemas de Roberto Appratto (Uruguay)

Roberto nos visita para esta quinta edición del festival. Nos comparte algo de su obra inédita.




a Horacio Fiebelkorn

Cada poema es una pequeña historia que avanza
hasta encontrar su fin. Una historia de los sonidos
 de esa historia que empieza de golpe, como una luz que no estaba.
Es lo que tiene que ser. Unos signos que no son lo que dicen,
algo acerca de un pájaro y de los giros del pájaro,
sino una síntesis del día cuando todo se ha ido
y el cuerpo sabe dónde empieza a perderse,
cómo cerrar la mano para que no se escape nada.
Eso siempre y cuando se escriba bien:
la puntuación y el sonido se levantan al mismo tiempo
apenas uno piensa en lo que más le importa. Las imágenes
van a destiempo, se cruzan con su propio vuelo
y el pájaro da el tono del impacto en el palo,
porque así lo quiere. La historia termina, 
pero la voz sigue pensando en el pájaro.




*****


                         Qué significa amar  a esa mujer que está en las fotos.
                          Cientos de fotos en distintas posturas, gestos, actitudes,
                          colores, en un sillón, de espaldas en el agua, con otra ropa,
                          casi a oscuras,  con calor, mirando. Distintos momentos 
                          en que yo no estaba, ella sí. Amar eso es sentir nostalgia
                          de lo que no se tuvo, ganas de haber  estado, al menos,
                          cerca o en la misma estación. No se puede. Sin embargo
                          voy igual,  a ver qué esconde
                          la identidad móvil de esas fotos, que se pierde sin saber
                          quién es, pero está, firme, aunque no se pueda tocar:
                          un aire, un modo, una  respiración, una cualidad que no se dice
                          pero aguanta la mirada. Pierdo el aire cuando llego al punto
                          que se disuelve en los tiempos que esas imágenes casuales
                          dejan a la vista, como si nada.  Es  la continuidad de eso
                          que está sin estar, lo que se mueve entre una foto y otra. 
                          No es lo que se ve: es la naturaleza entera
                          que respira en el medio, el cuerpo suelto, el brillo
                          de los ojos donde  yo no estaba.  Es la coincidencia, 
                          en ese cuerpo, de varios modos de captar su historia 
                          de un solo golpe, sin pensamiento  que retenga
                          más allá del presente donde vibra.  Eso 
                          es lo que no tengo por más que me quede 
                          en silencio y me pregunte hasta dónde, 
                          mientras miro. 




****


Es la voz de tu conciencia la que te habla
Y te dice: no has de sufrir.
Has de pensar en ti sobre todas las cosas,
Es decir en mí: sin distraerte
Con las ansiedades y los sentimientos de pérdida
Que te acechan a cada paso. Escucha:
Es la voz de tu conciencia la que te pide
Concentración y seriedad
Para pensar en tu vida.
Ésta es la voz de tu conciencia que te exige,
Desde ahora,
Escribir un poema por día.
Un poema.
No es una broma
Ni una exageración: un poema por día
Te ayudará a limpiar tu espíritu
Para no sufrir. Repito: no has de sufrir
Por los problemas amorosos, sino
Amar a ese poema que escribirás
Para no sufrir. La voz de tu conciencia
Vuelve a hablar: escúchame: no te pierdas
En los trajines del día. No duermas tanto.
No vayas al cine
Sólo para pasar el rato.
Debí haberte hablado antes. Debí
Haberte prevenido contra todo eso,
Pero esperaba que actuaras
Por ti mismo. De modo
Que me mantuve en silencio. Hoy,
Con una voz ronca, tal vez por desuso,
Pero fuerte,
He decidido hablar, y por eso me estás escuchando,
¿Me estás escuchando?
Hablo con una voz pausada, serena, para decirte
Que te quedes así,
Sentado, si es posible, en actitud de cumplir
Estrictamente mis palabras: es en presente,
Es en imperativo, que te digo que te concentres,
Que te mantengas alejado del alcohol
Y de las malas compañías; que estés solo,
Profundamente solo,
Aun en presencia de los otros,
Que no harán sino molestarte
Con textos imprecisos, torpes, mal puntuados,
La expresión indirecta y borrosa de sus almas;
La voz de tu conciencia te dice que no los escuches,
Que limpies tus oídos,
Que te pongas de una vez
A escribir el poema. Ése es el llamado.
El poema permanece en ti como una fuerza invisible,
El ritmo de un contrabajo que va y viene
Sobre las inclinaciones de tu espíritu, hasta el otro día,
En que escribirás otro poema,
Como se nunca hubieras escrito antes:
Con una pose ingenua ante la salida libre,
Indómita, de tus palabras. Yo las guiaré, yo,
La voz de tu conciencia, capaz de ver el dolor
Y la imperfección en lo que has hecho.
Me dirás que es tu vida, pero es también la mía;
Tengo derecho, por tanto, a decirte que te calles.
La voz de tu conciencia exige, perentoria,
El respeto del silencio,
Del ejercicio espiritual
De un poema por día, y lo seguirás aun cuando
Los demás te indiquen otro camino:
Serás un hombre si puedes desoírlos y hacer
Solamente lo que te estoy diciendo:
No pienses en otra cosa; sobre todo,
No pienses en eso. La voz de tu conciencia
Piensa por ti
para que no confundas el ritmo de tu vida
con el de tu corazón. Te lo dice, sólo por hoy,
esta voz, que advierte el desorden
en el uso inútil, operático,
de la fantasía, de la memoria,
de la ensoñación.
Deja que tu pasado,
a menudo abrumado por el dolor,
por la incertidumbre,
por la entrega absoluta a causas imposibles,
se evapore. Por eso te dice, una vez más,
la voz de tu conciencia que te quedes así, quieto,
y no sufras. Escribe tu poema, firme, sólido,
impasible, galvanizado en tu soledad, y estarás bien.
Ahora, con un gesto desprendido y generoso,
Con una sonrisa de aceptación, sin otra cosa que tu propia fuerza,
Escribe lo que te dictaré: empieza así:

Tengo para escribir cuatro poemas
Todos al mismo tiempo, material
Hay de sobra, puedo escribir más si quiero
Pero alcanzaría con cuatro: tomo aire
Y meto unas palabras en el primero,
Paro con ése y sigo así hasta el cuarto
Hasta que llego a una cantidad suficiente
De palabras en cada uno y termino,
No sé cómo pero termino más o menos a tiempo
Para dar una vuelta y decirme: tengo cuatro poemas,
Todos en un rato, y así día a día  llego
A ciento veinte poemas por mes y a mil
Cuatrocientos cuarenta por año, lo cual
Está bien. Novelas

Serían un poco menos. 


Roberto Appratto (Uruguay, 1950)

Nacido en Montevideo. Es profesor de literatura, crítico, ensayista, narrador y poeta. Coordina talleres de escritura y de lectura desde hace unos años y ha ejercido la docencia de Literatura y de Teoría Literaria a nivel secundario y terciario.
Publicó diez libros de poesía, el último de los cuales se llama Sin palabras (2014), y cinco de narrativa, el último de los cuales se llama 18 y Yaguarón (2008). Su poesía ha sido traducida al inglés y al portugués, fue incluida en diversas antologías nacionales e internacionales. Además, es traductor de Shakespeare (Enrique VI, publicado por Random House Mondadori en 2012).

No hay comentarios:

Publicar un comentario